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el blog de los aprendices de Filosofía

Cuestiones metodológicas en la investigación filosófica: la especificidad de la escritura

El pensamiento de los filósofos nos viene normalmente a través de la escritura, lo que conlleva unos problemas específicos. La escritura conserva la palabra al precio de arrancarla de su situación concreta y viva; esto nos obliga a contextualizarla de nuevo mediante el estudio.

Según Platón, la escritura producirá olvido al confirarse en ella los hombres, descuidando así la memoria. Y lo que es más grave, producirá una apariencia de sabiduría, pues a los lectores les vendrá el conocimiento desde fuera, y no lo engendrarán desde dentro, es decir, no lo reconstruirán desde sí mismos, de modo que «habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas [esoto es, sin didáctica, sin pedagogía viva], parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes y difíciles de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad».

Las palabras escritas sólo pueden servir de recordatorio para el que ya sabe, pero no para engendrar sabiduría. Ante esta situación se han de tener en cuenta cuatro aspectos.

1. Nosotros como lectores hemos de suplir la ausencia del autor (de la viveza, de su palabra, de su gesto) y de su contexto, a fin de hacer posible el diálogo, dar vida a la escritura y restaurar su sentido. Esto requiere un buen y fiel conocimiento textual de su obra. Se precisa una larga estancia con los escritos del filósofo para captar su experiencia, su esfuerzo, su mundo, y un ir y venir de texto a texto, de mode que se complementen los unos a los otros y se iluminen por nuestra capacidad de reconstruir el sistema desde el sentido de la totalidad, donde cada parte adquiera su significado.

2. Se requiere una actitud positiva y copensante. Tanto o más importante que el estudio es la actitud misma que lo dirige. Por positiva se entiende una actitud que en principio está a favor del filósofo. Por copensante se entiende la actitud del lector que, como un amigo dialogante, se pone a reflexionar sobre aquello mismo que el autor intenta pensar y llevar al lenguaje, a fin de ayudarle, en realidad de ayudarse mutuamente, en tan difícil empresa. Se podrían esquematizar cuatro tipos de actitudes.

  • Actitud negativa, agresiva, que sólo tiende a derrumbar al autor. El lector está «enfadado» por principio y por prejuicios no aclarados, o por un modo diferente de sentir o de expresarse.
  • Actitud de entusiasmo y fascinación, sólo capaz de ver luces y aciertos.

Estas dos actitudes son caras de una misma modena: no establecen una suficiente distancia crítica respecto del texto de modo que no le dejan ser lo que es, no establecer la distancia necesaria para el diálogo, no reconocen la alteridad del otro, le proyectan como una necesidad propia, y en esta confusión no son capaces de reconocer la realidad, ni la del otro, nila de sí mismo.

  • Actitud descriptiva y fría, que intenta alejarse del defecto de las dos anteriores, pero en la dirección inadecuada. A fin de no estar pegado al filósofo ni dfesfigurarlo por el enfado o el entusiasmo, procira mantener una interpretación distante mediante una objetividad neutra y fría. Para ello hace una abstracción de su pensamiento propio y permanece en el nivel de la descripción.
  • Actitud que procura mantener la difícil distancia «justa», la que está determinada por la tensión entre nuestra actitud positiva frente a la persona (actitud que nos acerca a ella), y nuestro interés por la realidad y la verdad, la cual mantenemos en virtud de una actitud (co)pensante, y que nos aleja o puede alejar críticamente del filósodo estudiado.

3. La labor interpretadora: hemos de tener en cuenta que no nos encontramos solos, sino que nos insertamos en una tradición interpretativa. Ella nos ha transmitido los textos y nos lo presenta ya con una interpretación, sin la cual, no habría comprensión alguna y tampoco transmisión. En nuestr cultura abierta y plural no podemos hablar ya de una sola interpretación transmitida. Esa pluralidad favorece nuestra libertad obligándonos a decidir y, para ello, a pensar por nosotros mismo. Con ello el diálogo se convierte ahora en un multiloquio, una polifonía de voces y decires.

Pero en este riqueza podríamos asimismo perdernos, aplastados en primer lugar por su magnitud, metidos en el laberinto de bibliografías y bibliotecas interminables. Para esto, recordemos lo dicho sobre la concreción del tema a la medida de nuestras fuerzas, y la preferencia que ha de tener la calidad sobre la cantidad, la formación sobre la información.

Cabe también la posibilidad, en segundo lugar, de quedarnos sin voz propia, enmudecidos ante el tempor de hablar sobre cualquier tema junto a personas tan autorizadas, preguntándonos qué de nuevo podremos decir nosotros. Aquí hay que recordar nuestra constitutiva originariedad, de modo que sólo seremos si nos atrevemos a pensar también nosotros.

4. La escritura no sólo tiene defectos, también aporta inmensas posibilidades culturales que sin ella no se darían. La escritura también nos posibilita potenciar nuestra capacidad de reflexión: al ir escribiendo su trabajo, irá tomando mayor conciencia de su propia investigación, de sus conexiones y deficiencias, y le irán surgiendo nuevas ideas y preguntas.

8 enero 2010 Posted by | Filosofía, Investigación, Metodología | , , , | 2 comentarios